El desmontaje de aparatos electrónicos

 

Un estudio internacional publicado recientemente en la revista Science of the Total Environment  ha demostrado que el desmontaje de los aparatos con residuos electrónicos puede exponer a peligrosos contaminantes a las personas que lo realizan.

En la investigación ha participado Ethel Eljarrat, investigadora científica en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Barcelona.

El trabajo de Eljarrat se centra en el estudio del impacto de contaminantes orgánicos persistentes y emergentes, especialmente en plastificantes, retardantes de llama halogenados y organofosforados, parafinas cloradas, insecticidas piretroides y pesticidas apolares.

 

15 trabajadores: desde los 14 años hasta los 60

 

El estudio internacional ha medido el nivel de exposición a plastificantes y retardantes de llama de 15 trabajadores en el desmontaje de restos electrónicos en Dhaka (Bangladesh), donde estas tareas se hacen al aire libre.

Para medir la exposición a los tóxicos, entre los que habían niños de 14 años y adultos de 60, los científicos utilizaron dos métodos: camisetas de algodón y pulseras de silicona, que sirvieron para estimar la fracción de sustancia química que podría llegar a penetrar en el organismo a través de la piel.

El resultado fue que los investigadores encontraron hasta 23 compuestos en las muestras analizadas, con altas concentraciones de hasta 2 microgramos por cada 10 centímetros cuadrados de superficie.

 

Efectos cancerígenos + alteraciones neurológicas y endocrinas

 

Entre los compuestos más peligrosos se halló un retardante de llama neurotóxico (el difeniléter prolibromado deca-BDE-209) cuya producción está prohibida por la Convención de Estocolmo, pero cuyo reciclaje está permitido hasta 2030, y plastificantes organofosforados también relacionados con posibles efectos cancerígenos y alteraciones neurológicas.

Ni en nuestro país ni en la Unión Europea se han realizado estudios de este tipo y se desconoce si los trabajadores y trabajadoras que se dedican al desmontaje de artefactos electrónicos se encuentran tan desprotegidos como los trabajadores de, en este caso, Bangladesh.

Sin embargo, sí se sabe por estudios previos que en una instalación canadiense donde se realizaba el mismo tipo de desmontaje, los niveles de contaminantes eran incluso superiores, probablemente porque, mientras en Bangladesh esta actividad se realiza a cielo abierto, en Canadá se hace en espacios cerrados.

Necesitamos estudios que analicen y midan el nivel de toxicidad al que se exponen tanto las personas que por imperativo económico están empleadas en el desmontaje de aparatos electrónicos, como las personas de su entorno familiar más próximo.

En cualquier caso, es evidente que necesitamos estudios que analicen y midan el nivel de toxicidad al que se exponen tanto las personas que por imperativo económico están empleadas en esta actividad laboral, como las personas de su entorno familiar más próximo.

Por supuesto, no podemos lavarnos las manos y cerrar los ojos ante la evidencia: la basura, especialmente la más contaminante y peligrosa, debería ser tratada en el lugar en el fue generada, en este caso, la Unión Europea.

Por supuesto, para ello, los gobiernos deberían emplear más recursos económicos en desarrollar los medios para que el reciclaje fuera realmente inocuo, tanto para las personas directamente implicadas y su familias, como para el medio ambiente.

 

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