¿Los plásticos tienen los días contados?

 

¿Los plásticos tienen los días contados?

 

Los plásticos no tienen los días contados, pero los años quizás sí.

En plena semana de movilizaciones medioambientales multitudinarias en todo el mundo, resulta alentador saber que un equipo de científicos ha dado a conocer que están en el camino de crear un material biodegradable que podría llegar a substituir los plásticos.

 

Los plásticos, ¿una maldición bíblica?

 

Vivimos en una época en la que los plásticos se han convertido en una fatalidad aparentemente inevitable pero, quizás, para nuestros hijos y nietos, en un futuro no muy lejano, los residuos plásticos y sus nefastas consecuencias no sean más que un feo recuerdo del pasado.

Fueron los científicos del siglo XIX los que crearon los plásticos modernos.

Y serán los científicos del siglo XXI los que desarrollen los materiales que acabarán por substituirlos.

Porque son cientos o miles los técnicos y especialistas que trabajan para encontrar materiales útiles, pero inofensivos para el medio ambiente.

En este sentido, la revista Sciencie Advances recoge estos días una noticia esperanzadora.

Recientemente se ha dado a conocer que investigadores de la Universidad de Aalto, el Centro de Investigación Técnica de Finlandia y el Centro de Excelencia en Ingeniería Molecular de Materiales Híbridos Biosintéticos han creado un material biológico (biodegradable) que podría llegar a reemplazar los plásticos.

Para crear este material, han combinado productos naturales como madera y tela de araña.

Concretamente, han combinado pulpa de abedul (fibras de celulosa que aportan rigidez)  y proteína de seda de los hilos de la telaraña o excretada por animales como los gusanos de seda (que aporta suavidad y resistencia).

 

¿Quién dijo que no lo conseguiríamos?

 

En el futuro, afirman los responsables de la investigación, se podría fabricar “compuestos similares con materiales básicos ligeramente diferentes y lograr una colección de productos con características diferentes para otras aplicaciones».

Una vez más, lo que parece más conveniente es que dejemos trabajar a los investigadores y que alentemos a los responsables políticos a que inviertan una parte generosa del dinero de nuestros impuestos en desarrollar soluciones inteligentes.

 

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