Productos desinfectantes: ¿un riesgo para nuestra salud y para el medioambiente?

 

A lo largo de estas semanas de confinamiento, se han sucedido las noticias sobre cambios en el consumo y el uso de algunos productos.

Al principio, fue el papel higiénico: parecía un asunto de capital importancia el disponer en casa de una enorme reserva, y no eran nada infrecuentes las imágenes de compradores cargados con cientos de rollos.

Luego supimos que, alarmada por bulos y rumores, la ciudadanía se había lanzado a la compra de grandes cantidades de agua embotellada, en la creencia, quizás, de que acabaría por cortarse el suministro.

Recientemente, se agotaron en tiendas y supermercados las existencias de levadura y harina para repostería. Al parecer, a todos nos han entrado unas ganas locas de preparar un buen pastel y nuestro propio pan.

Y esto no es un bulo: en algunas tiendas, cuando les llegan los suministros, nos les queda otro remedio que limitar (¡racionar!) la compra de levadura a una unidad por cliente.

 

¿Demasiada lejía? ¡Abre la ventana y ventila!

 

Lo último en saltar a los medios de comunicación es lo siguiente:

Para la limpieza de la casa, estamos usando excesivas cantidades de productos desinfectantes y poniendo en riesgo nuestra salud y la del medioambiente.

En las calles de las ciudades hay menos contaminación (hay menos tráfico, menos industria) y el aire está más puro, pero en las casas particulares la calidad del aire está disminuyendo porque usamos en exceso los productos desinfectantes y no ventilamos lo suficiente.

El Servicio de Información Toxicológica ha atendido más de 11.000 llamadas en seis semanas (marzo y principios de abril), 1.655 llamadas más que al año anterior, y se han realizado casi 2000 consultas por intoxicaciones relacionadas con el uso y la combinación de lejías y otros desinfectantes.

 

Lejía + amoniaco =  irritación y quemaduras

 

Por ejemplo, la combinación de lejía con amoniaco (¡no lo hagas nunca!) es una de las más tóxicas porque produce una reacción química que genera un gas llamado Cloramina que, en contacto con las mucosas, produce ácido clorhídrico, que causa irritación y quemaduras.

Atención, ni combinemos productos de limpieza, ni nos excedamos en las cantidades: para conseguir un buen producto desinfectante, bastaría con diluir 20 ml de lejía (2 cucharadas soperas) en 1 litro de agua fría.

Además, y no menos importante, usándolos de manera adecuada (reduciendo el exceso de estos productos tan agresivos) vamos a evitar que una cantidad innecesaria de tóxicos lleguen a los desagües.

De esa manera, no solo cuidamos nuestra salud, también vamos cuidar mucho más la salud presente y futura del planeta.

 

 

Si te ha interesado este artículo:

 

Mentides sobre l’aigua de l’aixeta i el coronavirus